Después de cursar el grado en psicología realicé la formación superior de dietética, pudiendo unir ambos mundos mejor; especializándome en trastornos de la conducta alimentaria, y en mejorar la relación alimentación-imagen corporal de la persona. Aprendiendo a tratarse desde el autocuidado y rompiendo los mitos y cánones de belleza que nos pesan tanto por la cultura en la que vivimos.
Por otra parte, cuando comencé a trabajar descubrí otro mundo nuevo de la psicología: El trauma. Aquí conocí algo que no te enseñan en la carrera: la importancia de sanar esas heridas emocionales del pasado para poder hacer desaparecer los síntomas que crea en nuestro presente, y favorecer así nuestro futuro. Para ello me especialicé en terapia de EMDR, y desde entonces he tenido resultados mucho más satisfactorios en los procesos terapéuticos, ayudando a múltiples personas.